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Este cuadro es uno de los óleos más perturbadores del pintor. Es sin duda una obra plagada de referencias masónicas, creencias compartidas por su autor.

La francmasonería es una institución de 300 años de antigüedad integrada por personas que se reúnen en logias bajo el precepto de hermandad. Se autodefine como “filosófica, filantrópica y progresista” y está motivada por la búsqueda del mejoramiento del hombre en las ciencias. “Procura el perfeccionamiento de las virtudes humanas, bajo los principios de libertad, igualdad y fraternidad”.

Con una simbología propia y característica aquí encontramos el reloj de arena  como  símbolo del flujo inexorable del tiempo, la consumación de un ciclo, pero también la posibilidad de inversión del tiempo, del regreso al origen. Lo vacío y lo lleno, lo superior y lo inferior (o sea el Cielo y la Tierra) el pasado y el futuro.

 También encontramos la calavera y los huesos cruzados en el centro de la imagen a la que parece honrar la figura arrodillada, orante se podría decir. La calavera y los huesos cruzados son una  imagen con una larga tradición. Ese símbolo fue adoptado por algunos masones para designar a un maestro.

En la parte inferior izquierda otro símbolo quizás el de los 7 días de la creación, en oposición a la margen derecha donde encontramos una escalera de “ascensión”. Al fondo del cuadro un arco apuntado que da lugar a un espacio oscuro del que procede seguramente el orante.

Y todo ello en un cuadro oscuro  formado por colores ocres porque el paso hacia la iluminación no es fácil y todos nos hallamos sumidos en la oscuridad.

Este cuadro es uno de los óleos más perturbadores del pintor. Es sin duda una obra plagada de referencias masónicas, creencias compartidas por su autor.

La francmasonería es una institución de 300 años de antigüedad integrada por personas que se reúnen en logias bajo el precepto de hermandad. Se autodefine como “filosófica, filantrópica y progresista” y está motivada por la búsqueda del mejoramiento del hombre en las ciencias. “Procura el perfeccionamiento de las virtudes humanas, bajo los principios de libertad, igualdad y fraternidad”.

Con una simbología propia y característica aquí encontramos el reloj de arena  como  símbolo del flujo inexorable del tiempo, la consumación de un ciclo, pero también la posibilidad de inversión del tiempo, del regreso al origen. Lo vacío y lo lleno, lo superior y lo inferior (o sea el Cielo y la Tierra) el pasado y el futuro.

 También encontramos la calavera y los huesos cruzados en el centro de la imagen a la que parece honrar la figura arrodillada, orante se podría decir. La calavera y los huesos cruzados son una  imagen con una larga tradición. Ese símbolo fue adoptado por algunos masones para designar a un maestro.

En la parte inferior izquierda otro símbolo quizás el de los 7 días de la creación, en oposición a la margen derecha donde encontramos una escalera de “ascensión”. Al fondo del cuadro un arco apuntado que da lugar a un espacio oscuro del que procede seguramente el orante.

Y todo ello en un cuadro oscuro  formado por colores ocres porque el paso hacia la iluminación no es fácil y todos nos hallamos sumidos en la oscuridad.